Acabo de entender algo muy importante. Ese vacío que siento cuando me despido de ella no tiene nada que ver con ella. Tiene que ver ni más ni menos que con mi incapacidad para mantener mis mundos en armonía. No puede ser. Desde que estoy con ella no lo veo al Negrito, gran amigo del corazón. No puede ser el abandono en el que dejé a Levousky, gran amigo del cerebro. Es que ella moldea nuestro tiempo de un modo en el que las alternativas son escasas. Si o si nos vemos en fin de semana. Nunca en la semana. Necesito un sábado para ellos, para mis queridos hermanos. Me parece que el Negrito me esta agarrando un poquito de resentimiento. No quiero que pase eso. Lo quiero a mi hermano de color. Juro que ni bien termine esta última semana del cuatrimestre me abocaré a recuperar a mis hermanos. Debo comenzar a ser autor del diseño del tiempo de nuestra relación. No puede ser. No puede ser. Es que es tan linda, no me cabe pasar demasiado tiempo sin verla. Y es ahí donde permito que se genere este trato injusto. Y es ahí donde la puteo por adentro. Sus mundos son respetados porque ella los hace respetar. Mis mundos no son respetados porque yo me cago en mis mundos con tal de verla. Pero ahora que entiendo que este comportamiento es la fuente de mis ambustias puedo actuar tranquilo, con cierta dificultad, pero con la certeza de que estoy haciendo algo para mejorar nuestra relación y mi relación con mis mundos. Que bueno che, que bueno es pensar y pensarse a uno mismo.