domingo, diciembre 24, 2006

Seguimos tratando de entender el fenómeno

Y de la chica? que se supo después de aquella chica? Esa! la del pelo suave, la imposible. La que sumergió a Ernesto en lo profundo de los caños. De la chica sabemos lo que Ernesto sabe. Es una chica encantadora. Dicen que tiene una risa fácil, aunque ese no es un dato nuevo. La chica tiene pelo suave y risa fácil. Eso ya se sabe. Entonces, arranquemos desde ahí. Porque dicen los que saben que lo que metió de lleno a Ernesto en las cañerías no fue ni el pelo suave ni la risa fácil. Y aunque esas cosas hacen al todo, el todo es lo de menos, pero es el todo. Dicen que lo que actuó sobre Ernesto de un modo tan transformador fue una suerte de humor crudo y ácido al que no se pudo resistir. Dicen que la muchacha tenía una manera de dar vuelta los discursos que a Ernesto le encantaba. Y dicen que la muchacha pertenecía a ningún lado. Pertenecía, pero a ningún lado. Era como una entidad inclasificable pero funcional a la convivencia universal. Uno a veces dice que una persona es única. Pero de un modo u otro con esa frase siempre se miente. En este caso no. Dicen que la muchacha era única. Y de tan única resultó imposible. Sobre todo para Ernesto, ese pobre diablo comedor de tortilla. El mundo no soporta lo maravilloso. Existe en la existencia como una especie de impulso de suciedad. Todo lo que sea maravilloso-puro-único, debe ser ensuciado. Ernesto no soportó eso. No quiso ensuciar a la muchacha con sus dedos grasosos de tortilla. Nuevamente, Ernesto se equivoca. Se equivoca jodido porque suciedad y humano son la misma cosa. Y aclaremos lo tantos, suciedad en un sentido completamente ayuno de cualquier valoración. La suciedad es lo que es, ni buena ni mala. Sucia, humana. Tal vez Ernesto debería haber actuado de un modo mas cercano a la suciedad. Tal vez la suciedad es otra forma de decir "y bueno...soy humano...tengo sentimientos...me puedo mandar cagadas...puedo olvidarme de lo importante...pero también puedo tenerlo bien en cuenta..."
En fin.

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