martes, febrero 21, 2006

La única verdad es la realidad.
Así, una vez más, el general demostraba su gran capacidad retórica.
Cual es la realidad de aquel día general? Ese día había cerrado grandes acuerdos con la CGT. Ese día se había comido una pendeja de clase alta, luego de franelearla largo rato. Ese día su pija estaba más grande que nunca. Pero ese día se había dado cuenta de algo muy importante. Fué como un relámpago que luego desapareció. Como si todo el impulso tormentoso hubiese sido reprimido por mil nudos de estómago. Ese día, una nueva certeza atacó fugazmente su conciencia. Preguntóse: "Pero...quién es mi amigo?" y en seguida plumereó cualquier basurita de esas y logró recuperar esa presencia, ese porte de general engominado.
Luego viose en el espejo y descubrió que, por alguna razón, su propia imagen lo irritaba. Pero no se trataba de una mera irritación caprichosa. Era realmente como tomar un papel de lija y darle sin descanso al ánimo. Su corazón estaba al rojo vivo. Su alma olía mal ese día. Parecía haber algo que se negaba a dejarlo en paz. Algo parecido a la culpa, o al remordimiento. La pija se le iba bajando de a poquito.
Miró sus manos. Las miró. Luego miró sus uñas, que siempre debían estar limpias. Cómo el presidente de la nación va a tener roña en las uñas? Y allí descubrió esa pequeña gota negra que revalsó el vaso. Esa herejía bajo la uña. Tenía, ya, la pija por el piso.
No se le ocurrió recurrir a un objeto cortante. Se dijo a si mismo que todo buen justicialista consigue lo que quiere a fuerza de trabajo. Y así fué como comenzó con los golpes. Intercalaba sus muñecas. La derecha golpeaba fuertemente contra el borde del lavabo, para luego dar lugar a la izquierda, que no por estar libre de roña iba a quedar en situación de desigualdad con su compañera del otro extremo.
Los golpes iban abriendo heridas en la piel, que luego se transformaron en heridas en los músculos, y más tarde en ventanas hacia el hueso.
Cuando ambas manos ya pendían solo de los tendones, llamó al pichicho. Éste, como buen cuzquito boludo, lamió los tendones un momento sin reconocer que pertenecían a su amo. Luego los cortó y se retiró arrastrando las manos hasta la cucha.
Satisfecho, el General se desmayó en el piso del baño.
Ahora si. La pija estaba en alto. El general había logrado doblegar a su dos peores enemigos.

2 comentarios:

Tricula dijo...

Flash...

atomÖ dijo...

tenkiu!
seguí viniendo! tell your friends!
saluditos.