Hay muchos kilómetros entre aquí y La Pampa. Y lo peor de todo es que ni siquiera tengo algo para hacer por esos lados. Es un lugar en el que el lugar es negocio, es el más grande negocio. La Pampa es un lugar en el que cada esquinita de tierra es aprovechada para poner una semilla. Esa compulsión al relleno es asfixiante. Pensándolo así no me sorprende el hecho de que los habitantes de pequeños pueblos pampeanos tengan esa densidad anímica característica del citadino, del tipo que suda el pavimento en eneros tropicales. Pero es peor. Es una densidad anímica más pesada y con menos vías de escape. Los jóvenes pampeanos se emborrachan como nunca vi en ningún otro lado. Esos pueblos irán desapareciendo con el correr de los años. Los jóvenes, eventuales herederos de la manija, serán deficientes mentales etílicos. Y uno podrá recorrer la provincia encontrándose con pueblos fantasma de seres babeantes y gimientes.
Pero la realidad es que no tengo nada que hacer en la pampa. Es más, no conozco a nadie de allá. Para ser más exacto, no tengo absolutamente nada que ver con esa provincia. Entonces no se para que me gasto en pensar en ella. Es que esa pasada en aquel viaje me quedó rebotando en la cabeza, como rebotan todas las cosas inquietantes e inexplicables de este mundo tan oscuro.
jueves, diciembre 22, 2005
La Pampa
Amputado por atomÖ a la/s 12:07 a. m.
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4 comentarios:
De onda, pero te vendría bien leer un poco más antes de arriesgarte a escribir estas sandeces. Es mi regalo de Navidad, cultivate un poco y volvé a intentar, baby.
qué me recomendás y por qué? desarrolle.
Ese comment no lo escribí yo.
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