lunes, diciembre 19, 2005

El tiempo para el tiempo / El tiempo por el tiempo.

Esta fórmula, a simple vista aforística, nos sirve para pensar algunos aspectos de las estructuras narrativas y de este otro elemento que muchas veces es puesto en las antípodas para habilitar cierto pensamiento simplificador. Me refiero a este concepto que ha tenido muchos nombres pero todos inexactos, y que yo, haciendo un intento de aproximar el nombre a la idea todo lo que me sea posible, llamo "contenido sensible".
La idea es sencilla. Lo primero que se tiene en el cine es el tiempo. Lo segundo es la decisión de qué hacer con él. Y la primera pregunta surgida frente a esta decisión a tomar es la siguiente: Es importante el tiempo presente, el aquí y ahora, o conviene articular el relato en términos de las relaciones entre los distintos momentos, en función de un final? Es importante darle valor a la experiencia inmediatamente sensible del instante o a las ideas surgidas más allá de la película, en el colectivo de vuelta, en la cabeza, en el terreno de las relaciones? Ambos caminos acarrean problemas y ventajas.
Surgidos de los dos extremos se pueden ver dos tipos de relato muy distintos: uno en el que se impone la descripción y la aleatoriedad de los eventos, y otro que articula los elementos de la historia en función de un último momento, de un climax final y acabado.
Los fundamentalistas del instante rechazan las estructuras narrativas por considerarlas limitantes de la expresión, y los fundamentalistas de la estructura rechazan el instante como valor en sí mismo por considerarlo inevitable creador de un relato inconducente, laberíntico y frustrante. Ambas afirmaciones son ciertas. El espectador pide estructura, intenta sospecharla a pesar de los fracasos. Pero también pide un contenido sensible, que haga que cada momento sea valioso en su unicidad, y se frustra cuando no lo consigue. Entonces la idea sería crear un relato que combine ambas cosas. Un empleo del tiempo que haga uso de esa energía invisible que da la estructura, pero que no se limite a llevar de las narices al espectador hasta el rodante final de títulos, y que entregue una gran colección de momentos valiosos en sí.

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