martes, agosto 01, 2006

Melodía.

Llegó el momento, el momento por el cual se encuentra parado. Llegó el momento por el cual mandó el smoking a la tintorería. Llegó, finalmente, el momento por el cual el director, con su pesada y nórdica batuta, emite una de esas señales de un tenor comuinicativo similar al lenguaje de mudos, que le informa de este aquí y ahora tan esperado.
Sabe que esa tercera nota es la más importante. Es la nota que da belleza a toda la progresión. Es el nudo alrededor del perfecto paquete.
Llegó el momento y el arco está firme.
Ha pasado esa niñéz dificil, y esa escalada profesional vertiginosa.
Han pasado los años de ensayo. Han pasado las horas de práctica, los dedos sangrando, la migraña, esa migraña que nunca se acaba.
Han pasado los ensayos, los ensayos generales, el ensayo general y ese momento previo siempre tan complicado. Ese momento previo en que la migraña se intensifica.
Ha pasado el momento de pararse al frente de su orquesta y realizar la venia.
Ha comenzado la obra.
Han pasado los 24 compases del allegro. Y el arco está tenso, firme, masculino.
Tira las dos primeras notas con total decisión.
La, mi y cae en el sol. Cae. Cae con todo el peso del tiempo. Y extiende tensionante ese sol. Y la migraña.
El tiempo se hace pesado. El director mira de reojo y reconoce algo extraño. La nota sigue, la orquesta intenta seguir. El director baja la batuta y la nota sigue.
Sigue la nota y la orquesta se detiene.
Sigue la nota y la orquesta se alborota.
Sigue la nota y el público murmura.
Sigue la nota.
Sigue la nota y la vista se le nubla.
Sigue la nota y el murmullo crece y se nubla el sonido.
Sigue la nota y sigue la nota.
Sigue la nota y aparecen hombres de blanco.
Sigue la nota, ya no a través del instrumento. Sigue la nota en la cabeza.
Sigue la nota y camina del antebrazo.
Sigue la nota y la camisa aprieta. Y sigue la nota. Sigue dentro de la combi. Sigue dentro del hospicio. Sigue frente al hombre de las pastillas.
Y sigue la nota.
El disparo en la sien afina un perfecto do, cerrando, finalmente, después de tantos años, esta desteñida melodía.

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