miércoles, agosto 23, 2006

Leonardo tiene el dedo en la nariz desde hace 17 minutos.
El cree que la cantidad de moco que sale es directamente proporcional al tiempo de escarbe que el minero nasal realiza.
A su alrededor, como formando un público de anfiteatro en el arenero, en una especie de ronda del asombro, se encuentran Natalia, Pablito, Ernesto y Catriel. Todos quieren saber si la teoría de Leonardo es cierta. Catriel, de paso, se manda una mano de arena a la boca mientras espera incrédulo el fin del espectáculo.
Las madres y padres permanecen ajenos, lejanos, fuera del arenero, fuera del territorio lunar de media tarde.
Natalia se sobresalta. - Te zangda!- grita mientras señala a Leonardo.- No vale así! La sangre lo va a re agrandar!- Vocifera Ernesto.
Y Leonardo sigue escarbando. El codo parece irse haciendo cada vez más corto. Ninguno de los pequeños presta atención. El largo de un miembro no es algo que sobresalte a un pequeño en pleno crecimiento.
Y la nariz se le va como hinchando de a poco. Pablito lo describe de un modo impecable: .- Tenéz como un guzanito que te zube pod la zeja!-. Es el dedo. El dedo y la mano que están yendo muy lejos.
Y Leonardo sigue. Sigue con su militancia de minero nasal. Imagina la enorme bola de moco que podrá arrojarle a Catriel. Le cae mal Catriel. Le encanta el nombre que tiene, no como Leonardo. Es re aburrido Leonardo.
La mano ha llegado a la frente y Leonardo comienza a ver borrosos a sus amiguitos.
En los dedos venía sintiendo algo duro, pero ahora ha llegado a una superficie blanda. La toca con la uña y en ese instante ve como un flash de luz frente a sus ojos. Los amiguitos cada vez más borrosos.
- Fachu!, veo como una luz!-. Dice Leonardo y decide ir más profundo y ver un gran flash, que viene seguido de oscuridad y silencio absoluto.
Los padres se agolpan a su alrededor. Los nenes del arenero no entienden nada.
La ambulancia llega enseguida. El médico, en el hospital, es la primera vez que ve un caso como este: un niño que muere rasguñando su propio cerebro.
Sorprendido, recurre a los registros del hospital y encuentra otro caso de 1957. Un nene de Témperley.

No hay comentarios.: