domingo, agosto 27, 2006

Es sabido por todos que las relaciones deben ser cuidadas. Y tambien que pueden ser destruidas.
Hace años que me dedico de un modo neurótico a destruir mi amistad con el negrito.
Una y otra vez voy minando nuestra amistad con pequeñas bombas-cuelgue.
Lo conozco desde sexto grado. En esa época nuestra amistad era una de esas muy copadas de pibitos en bici que se siguen a muerte.
Luego, con el secundario, nos empezamos a alejar. Y ahí comenzó nuestra cuesta abajo.
Creo que nuestro problema es que el profundo amor que sentimos el uno por el otro no vino acompañado, en los últimos años, por la imprescindible afinidad de hábitos.
Verlo, en los últimos tiempos, viene significando ver también a un grupo de amigos suyos con los que no hay tampoco afinidad y, definitivamente, no hay amor. Ojo, es gente buena y copada, pero no hay enganche.
Ayer no vino a la inauguración de mi nueva casa, y eso a mi me funcionó como una bomba de Hiroshima, que destruye todo pero además finaliza el conflicto.
Aunque no se. Capáz que hablo demasiado desde este domingo tan raro.
Te quiero mucho negrito. Eso va a ser siempre así.

No hay comentarios.: