La injusticia de la naturaleza.
Ese es un concepto para pensar.
La naturaleza, decididamente, comete injusticias.
La muerte de alguien joven es una de las peores.
La muerte repentina de alguien joven es peor aún.
La muerte repentina de alguien joven muy talentoso y bueno ya es un cataclismo lleno de injusticia.
La muerte de mi hermano es algo imperdonable. Impensable.
Esa injusticia es la que me devuelve la perspectiva. La naturaleza no es injusta, es natural. Es naturaleza.
Un virus en las vías respiratorias es naturaleza. Es algo tan inexorable como un tsunami pero, para mí, infinitamente más devastador.
Vivo su muerte con mucho resentimiento y con algo muy oscuro, algo muy parecido a la nada, al vacío. Es como una angustia supercondensada. Como un agujero negro, una pelota de materia con gravedad infinita. Una piedra en el pecho que pesa y quiebra la voz, quiebra la voz cuando hay voz, cosa rara.
No hay voz para tu muerte. No hay nada. Tu muerte es la definición de Nada.
Y yo, como un boludo, sigo tratando de decir algo sobre esto.
lunes, junio 26, 2006
Amputado por atomÖ a la/s 9:30 p. m.
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