Una.
El racismo no es una cuestión de la ética, si no más bien de la estética. Es un parámetro para definir lo bello y lo feo. Al racista lo ético no le importa. Al racista no le interesa definir parámetros para lo bueno y lo malo, porque lo bueno, para el racista, se define como "todo lo que es yo" y lo malo es "todo lo que no es yo". No hay nada para discutir.
Entonces, articulando toda una estructura de pensamiento bajo esa premisa, al racista solo le queda decidir cómo él (que es la encarnación de lo bueno) va a decorar su mundo. Sólo le queda decidir a qué experiencias sensibles (bellas y feas) se va a entregar para enriquecer su espíritu.
¿A qué viene esto?
Ayer veía el programa de Andrea del Boca, en el que buscan a la mejor mamá del año. Resumiendo, había que elegir entre tres madres. Una que había decidido tener siete hijos y los criaba con mucho esfuerzo. Otra que estuvo 25 años buscando a su hijo que había sido secuestrado por la familia de su ex marido, padre del pibe. Y otra que se había sentido discriminada muchas veces por tener un marido negro.
Obviamente, ¿quien ganó?. La del marido negro. Eso es una elección estética realizada por un racista. El drama del negro era el más bello, era la experiencia sensible elegida por el jurado y el público para ocupar el lugar privilegiado. Se realizó una elección desde el parámetro de lo bello y lo feo, y no desde el parámetro de lo bueno y lo malo.
Otra.
El consumo, como experiencia sensible, es feo. Definitivamente es una experiencia antiestética. En ninguna de sus manifestaciones exhibe una mínima preocupación ni por el género humano ni por la creatividad. Como toda experiencia automatizada, se transforma en hábito, y toda experiencia que se transforma en hábito pierde sus posibilidades de constituirse en experiencia sensible.
¿A que viene esto?
Había un verdulero acá en Barracas que hacía dibujos con las naranjas y las manzanas y sus envoltorios. A veces hacía cosas muy grosas y creativas. He ahí un atisbo de esteticismo en una actividad ligada al consumo. Un poco de belleza dentro de lo habitual.
Cerró. No se que van a poner ahí.
Otra más.
Dicen que la belleza natural es diferente de la belleza estética. Una montaña no es arte, es naturaleza. Un cuadro que reproduce la montaña fidedignamente no es arte, es naturaleza reproducida. Arte sería una obra que reproduzca la montaña y diga algo sobre ella, o sobre el mundo.
Yo quiero sumar algo. Quiero sumar la mirada del observador. Y quiero decir que ésta puede transformar la belleza (o fealdad) natural en belleza (o fealdad) estética. Creo que se viene una era en la que, frente a tanta reproducción estéril producto de las facilidades tecnológicas, deba ser el observador quien genere la experiencia estética en su propia cabeza .
¿A qué viene esto?
Me voy de vacaciones a ver culos, tetas, mar, arena, palmeras, caipirinha. Buscaré allí la experiencia sensible que me acerque al objeto estético perfecto. Y sin mover un solo dedo de mi cuadradito de sombra con vista al mar.
En estas vacaciones me voy a dedicar a generar obras de arte con mi pensamiento, enfrentado a un entorno de gran belleza natural.
martes, enero 15, 2008
Algunas consideraciones estéticas.
Amputado por atomÖ a la/s 2:53 p. m.
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5 comentarios:
Entonces, el snob es un racista-estético. ¿no?
buen viaje. ¿algunas palabras de despedida? ahaahahha
pasalo bieeeeen
buena intro para las vacaciones.
que le aproveche.
qué te vaya bieeeeeen!
graciaaas!
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