jueves, marzo 29, 2007

Sarasa sarasa. - Dice Roberto con profundo convencimiento. Entonces Mario, que no es ningún otario, responde - ... -.
Y allí, casi sin dejarlo terminar, Roberto agrega con aire de gran hombre - Sarasa. -
Para qué. La violenta respuesta de Mario no tarda en oírse. Levanta un brazo con un dedo índice cual joystick de la bronca y retruca - ... -.
Roberto queda mudo frente a tanta vehemencia y demencia contenida. El argumento de Mario resulta doblemente potente, por su violencia enunciativa y por la solidez de su basamento teórico.
Allí, como buen discutidor deportivo, Roberto piensa un instante y ensaya una salida. Eleva su ceja izquierda y dice - Saraza saraza- .
Mario, agotado de ser cuestionado siendo claro dueño de la razón, pega un cuarto de giro y, con una mirada digna de un genio incomprendido, sentencia: -...-.
Termina su medio giro y se retira.
Cuando Mario ha terminado de retirarse, Roberto, compungido frente a la revelación de su propio error, llora y se lamenta.
- Saraza.- Piensa abatido mientras camina hacia el borde de la vereda para parar el 12 que se viene acercando.

No hay comentarios.: