Voy borrando. Ya me acostumbré. Por las dudas, siempre escribo todo con un lapicito (simbólico), de esos que tienen una gomita (simbólica) en la punta, y dejo las cosas escritas (simbólicamente) por un tiempo. Con el tiempo, siempre llega el momento de borrar (simbólicamente). Creo que, por año, como mínimo, debo estar borrando simbólicamente a una o dos personas, cuando no más.
Por suerte las más importantes no se borran. No las puedo borrar. No se puede, por suerte. Pero hay muchas que si. Ey, hasta hay algunas que se borran de "potus" propio. Me piden la gomita simbólica y la refriegan por su espalda y su cuerpo hasta no ser más que un brazo con una mano con una gomita simbólica y una borrazón simbólica por propia decisión. Esa gente me agrada. Todo está claro.
La gente que no me agrada es la que quisiera ser borrada y nunca da ninguna señal de ello. Entonces uno llega todo entusiasmado a su encuentro, para relacionarse y charlar y todas esas giladas, y resulta que con esa abulia digna de un personaje del nuevo cine argentino, te entregan unas pocas palabras fofas o una cara de culo que mejor se la metan en el culo. Señor, señora, métasela en el culo. Su cara y su falta de onda. Dejo (simbólicamente) a su disposición una goma grandota (simbólica), para que se borre (simbólicamente, obvio) la cara de idiota.
1 comentario:
ay menos mal que no te borraste del todo!
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