Como a muchos, a mi me gusta Jaretche. Me gusta lo que dice. Sobre todo me gusta ese amor por la argentinidad que tiene. Ese orgullo. Esa actitud de mandar a la mierda a cualquiera que diga "qué país de mierda". Pero, por otro lado, es el exponente más claro de la actitud de pensamiento del peronismo. Al intelectual peronista le gustan las cosas cocinadas. Y Jauretche es un chef de puta madre. Pero, entonces, lo que sucede es que al intelectual peronista la única actividad que le queda luego de leer al genial don Arturo, es la sobremesa, es decir la deriva discursiva, la discusión borrachina que siempre encierra cierta actitud pendenciera. En pocas palabras, lo que le queda al intelectual peronista luego de leer a Jauretche son las ganas de discutir y tener razón. Yo creo que uno podría agarrar cualquier capítulo o escrito de Jaretche y agregarle al principio un "Flaco, yo te voy a decir como son las cosas..." y luego leer el texto. Y no habría ningún salto de tono en ese texto.
Ojo, no critico el contenido de la doctrina peronista. Critico la actitud de pensamiento. No quiero escuchar más "justas". Cantar la justa es antideportivo (en lo que al deporte de la discusión se refiere). Es una mierda. Es anular nuestros pensamientos apoyándonos en doctrinas que nos dan comodidad intelectual y ética. Y, como decía yo con gran genialidad en un texto de hace algunos años "la comodidad y la muerte son la misma cosa".
Que tengan una agradable fiesta cívica mañana.